
Anemia: cuando el recuento de eritrocitos sanos es bajo
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La anemia es una enfermedad que se define como una cantidad disminuida de glóbulos rojos sanos o normales, como una concentración disminuida de hemoglobina en la sangre, o bien como un valor de hematocrito (los valores medios varían entre el 41 y el 53 % en los hombres, y entre el 36 y el 46 % en las mujeres) más bajo que lo normal.
Los glóbulos rojos son las células más abundantes que hay en la sangre y su función consiste en la captación de oxígeno para su transporte hacia los diferentes tejidos de todo el cuerpo. Esta función la realizan gracias a la hemoglobina, que es su proteína principal, y une el oxígeno a átomos de hierro para permitir su transporte por la sangre. Por este motivo, la anemia supone una dificultad para la dicha distribución de oxígeno a todas las células del cuerpo, ya que la disminución de los glóbulos rojos que conlleva acaba derivando en esta alteración.
La anemia se puede clasificar en diferentes tipos, dependiendo de su patogenia o de la morfología de los glóbulos rojos. De este modo, los principales tipos de anemia son los siguientes:
En general, los síntomas de la anemia suelen incluir:
Al empeorar la anemia, suelen aparecer otros síntomas. Como los siguientes:
Si la anemia se cronifica, los pacientes se acaban adaptando a la situación y sienten muy pocos síntomas.
Aunque muchas partes del cuerpo ayudan a producir glóbulos rojos, la mayor parte del trabajo se hace en la médula ósea. Esta es el tejido blando en el centro de los huesos que ayuda a la formación de las células sanguíneas.
Los glóbulos rojos sanos duran entre 90 y 120 días. Partes del cuerpo eliminan luego las células sanguíneas viejas. Una hormona llamada eritropoyetina (EPO) producida en los riñones, le da la señal a la médula ósea para producir más glóbulos rojos.
La anemia severa puede causar niveles bajos de oxígeno en órganos vitales, como el corazón, y puede llevar a que se presente insuficiencia cardíaca.
La anemia tiene múltiples factores de riesgo, entre los cuales destacan los siguientes:
La anemia suele diagnosticarse mediante un examen físico o analíticas de sangre. Las pruebas más frecuentes son las siguientes:
Algunos tipos de anemia pueden causar otros resultados en un examen físico. Los exámenes de sangre utilizados para diagnosticar algunos tipos comunes de anemia pueden incluir:
Se pueden hacer otros exámenes para identificar problemas de salud que pueden causar anemia.
Existen diferentes tratamientos para la anemia, así como también para las enfermedades que la pueden causar. En general, estos suelen incluir:
La anemia se puede prevenir de múltiples maneras. Incluyendo:
La anemia es una enfermedad que se define como una cantidad disminuida de glóbulos rojos sanos o normales, como una concentración disminuida de hemoglobina en la sangre, o bien como un valor de hematocrito más bajo de lo normal.
Existen muchos tipos diferentes de anemia, como son la anemia hemolítica, por deficiencia de vitamina B12, por deficiencia de hierro o drepanocítica, entre otras.
Los síntomas de la anemia suelen incluir debilidad, pérdida de apetito, dolores de cabeza e irritabilidad.
La edad, la presencia de enfermedades crónicas y no seguir una dieta equilibrada son algunos de los principales factores de riesgo de la anemia.
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