
Fibrosis hepática: EHGNA relacionada con inflamación crónica
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Tiempo de lectura: 5 min
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La fibrosis hepática es el desarrollo de tejido conjuntivo (fibrótico) en el hígado como consecuencia de un proceso reparativo o reactivo, en contraposición a la formación de tejido fibroso como constituyente normal de un órgano o tejido.
La fibrosis hepática se produce como consecuencia de un proceso inflamatorio crónico, que desencadena en un aumento en la producción y deposición de matriz extracelular.
En el caso del hígado, la fibrosis hepática se desarrolla a través de 4 fases, que van progresando hasta derivar a la cirrosis en la fase final. Dichas fases son las siguientes:
La fibrosis hepática se suele producir como consecuencia del agravamiento de la enfermedad del hígado graso no alcohólica (EHGNA) y su cronificación.
Esto se debe a que la EHGNA puede provocar la inflamación del hígado si no es revertida a tiempo, promoviendo así el desarrollo de EHNA. Si la EHNA se cronifica en el tiempo, el tejido hepático va siendo progresivamente dañado y es reemplazado por tejido conjuntivo (fibrótico), mediante el proceso conocido como fibrosis hepática. En esta fase, la enfermedad hepática es crónica y no se puede revertir. La cronificación de la fibrosis hepática provoca el deterioro de la función del hígado debido a la acumulación de tejido conjuntivo, llegando así al desarrollo de la cirrosis hepática.
Por otro lado, cada una de las fases de la enfermedad hepática provoca un aumento del riesgo del paciente de sufrir carcinoma hepatocelular (CHC), que es el tipo más común de cáncer de hígado.
Los síntomas de la fibrosis hepática y la cirrosis suelen incluir:
A medida que el funcionamiento del hígado empeora, los síntomas pueden incluir:
La fibrosis y la cirrosis son la mayoría de las veces el resultado final de daño crónico hepático causado por una enfermedad prolongada (crónica) del hígado. Los factores de riesgo comunes de enfermedad crónica del hígado (como en el caso de la fibrosis hepática) son:
Otros factores de riesgo menos comunes son:
La fibrosis hepática a menudo se detecta durante la evaluación rutinaria del perfil hepático que se utilizan para ver cómo está funcionando el hígado. El perfil hepático suele incluir:
Además, también existen otras pruebas que, en caso de obtener resultados anómalos del perfil hepático, pueden confirmar o descartar la presencia de fibrosis hepática. Dichas pruebas son:
A veces se requiere de biopsia del hígado para confirmar el diagnóstico de fibrosis hepática.
Los tratamientos para la fibrosis hepática y la cirrosis suelen incluir:
Si la condición se agrava y se convierte en enfermedad hepática terminal, se puede requerir un trasplante de hígado.
Tanto la fibrosis hepática como la cirrosis se pueden prevenir si se adoptan hábitos de vida que no pongan en riesgo la salud del hígado. Dichos hábitos incluyen:
La fibrosis hepática es el desarrollo de tejido conjuntivo (fibrótico) en el hígado como consecuencia de un proceso reparativo o reactivo ante una inflamación crónica.
En el caso del hígado, la fibrosis se desarrolla a través de 4 fases, que van progresando hasta derivar a la cirrosis en la fase final.
La fibrosis hepática se suele producir como consecuencia del agravamiento de la enfermedad del hígado graso no alcohólica (EHGNA) y su cronificación.
Cada una de las fases de la enfermedad hepática provoca un aumento del riesgo del paciente de sufrir carcinoma hepatocelular (CHC), que es el tipo más común de cáncer de hígado.
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