
Resistencia a la insulina: a un paso de la prediabetes y DM2
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Tiempo de lectura: 6 min
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La resistencia a la insulina es un trastorno de salud en el que los diferentes tejidos del cuerpo presentan una disminuida capacidad de absorción de la glucosa que circula por la sangre, ante la acción de la insulina. Esta alteración, en conjunto con la deficiente producción de insulina a partir del páncreas, puede conducir al desarrollo de una diabetes mellitus de tipo 2 (DM2) a largo plazo.
La insulina es una hormona producida por el páncreas, cuya función consiste en promover la entrada de glucosa a todas las células del organismo. En la resistencia a la insulina, la sensibilidad de las células para dicha hormona se ve disminuida y, por lo tanto, se dificulta la captación de glucosa.
La resistencia a la insulina aumenta el catabolismo de grasa (lipolisis) de los adipocitos y la circulación de ácidos grasos libres, disminuyendo el almacenamiento de glucógeno hepático, lo cual promueve la producción de glucosa (gluconeogénesis). La resistencia a la insulina sistémica induce un aumento de secreción de insulina, lo cual aumenta la lipogénesis de novo por parte del hígado; se acumula grasa en el hígado y aumenta la cantidad de lipoproteínas de baja densidad circulante. Aumenta la grasa en el tejido adiposo periférico, cuya capacidad de almacenaje está disminuida. La lipotoxicidad altera la señalización de la insulina, induce daño oxidativo, promueve inflamación y fibrosis, lo cual afecta el funcionamiento del hígado desde una simple esteatosis hepática hasta una fibrosis o carcinoma.
Los mecanismos moleculares de la resistencia a la insulina abarcan diversas y complejas alteraciones en la señalización y el transporte de la insulina y la regulación normal de la expresión y síntesis de adipocinas.
Es el mecanismo principal de resistencia a la insulina en pacientes diabéticos. Es una alteración del transporte de glucosa que está caracterizada por defectos de la expresión de enzimas intracelulares y de la translocación del GLUT4 por deficiencias en la actividad del receptor de insulina (RI).
El RI es una glucoproteína, un receptor transmembrana de la membrana citoplasmática que está expresada en células del músculo esquelético, hígado y tejido adiposo. Presenta cuatro subunidades, dos subunidades β ―que poseen actividad tirosina quinasa dependiente de ATP―, inhibidas por dos subunidades α. Cuando la insulina se une a las subunidades α se pierde esta inhibición, con autofosforilación del RI por actividad tirosina cinasa en presencia de ATP. Sin esta actividad tirosín-kinasa del receptor de insulina, no se da ninguno de los efectos biológicos de la insulina.
Aunque la resistencia a la insulina es un proceso multifactorial que involucra tanto factores genéticos como factores adquiridos, cuenta con una serie de factores de riesgo que pueden predisponer a un individuo a desarrollar esta patología.
Dichos factores de riesgo son los siguientes:
Para el diagnóstico preciso de la resistencia a la insulina son necesarias técnicas sofisticadas que determinan el uso de glucosa en estados inducidos experimentalmente de hiperinsulinemia.
Para hacer más fácil su determinación se han diseñado sobre la base de estudios epidemiológicos modelos más sencillos que relacionan la glucemia y la insulinemia en ayunas, tal como es el caso de Homeostatic Model Assessment for Insulin Resistance (HOMA-IR).
Aún no es claro un punto de corte exacto para la definición de una resistencia insulinica, porque ésta es variable en relación con la cultura, raza, y estilo de vida, sin embargo, esta prueba es de gran utilidad ya que muestra a grandes rasgos la sensibilidad a la insulina en un determinado individuo.
También se puede utilizar la fórmula Quantitative Insulin Sensitivity Check Index (QUICKI), en la cual se relacionan los valores de insulina y glucosa en ayunas: 1/[log(insulina) + 1/ log(glucosa)]. En este sentido, resultados inferiores a 0.339 en adultos indican una elevada probabilidad de resistencia a la insulina.
La amplificación teórica del receptor de insulina (SPINA-GR) es una medida no-lineal de la sensibilidad a la insulina que se correlaciona con el resultado de los ensayos de clamp hiperinsulinémico-euglucémico y el test de tolerancia total oral de glucosa (TTOG).
Hay muchas formas de reducir los efectos de la resistencia a la insulina y, en algunos casos, eliminarla.
Estos métodos se centran en la pérdida de peso y el aumento de la actividad física.
Los cambios efectivos en el estilo de vida pueden incluir:
La actividad física y perder peso, si es necesario, pueden ayudar a que el cuerpo responda mejor a la insulina. Tomar pequeños pasos, como comer alimentos más saludables y moverse más para bajar de peso, puede ayudar a revertir la resistencia a la insulina, así como prevenir y/o retrasar la aparición de diabetes mellitus de tipo 2 en personas con prediabetes.
Además, recomendamos consultar con un profesional de la salud sobre los diferentes programas de prevención, esto es: prevención primaria, que busca reducir la incidencia de una enfermedad mediante la implementación de medidas orientadas a evitar la aparición de la misma (como los programas de vacunación o las campañas de concienciación y asesoramiento para cambiar comportamientos de alto riesgo, por ejemplo); prevención secundaria, que busca reducir la prevalencia de una enfermedad mediante la implementación de medidas orientadas a detener o retardar el progreso de una enfermedad ya presente en un individuo en cualquier punto de su aparición (como los diferentes programas de cribado o de detección temprana, por ejemplo); y prevención terciaria, que busca evitar complicaciones o daños mayores mediante la implementación de medidas orientadas a controlar el avance de la misma (como los controles periódicos de monitorización de pacientes crónicos, por ejemplo).
La resistencia a la insulina es un trastorno de salud en el que los diferentes tejidos del cuerpo presentan una disminuida capacidad de absorción de la glucosa que circula por la sangre, ante la acción de la insulina.
La resistencia a la insulina puede conducir al desarrollo de prediabetes y, a largo plazo, a diabetes mellitus de tipo 2.
La resistencia a la insulina aumenta el catabolismo de grasa (lipolisis) de los adipocitos y la circulación de ácidos grasos libres, disminuyendo el almacenamiento de glucógeno hepático, lo cual promueve la producción de glucosa (gluconeogénesis)
La resistencia a la insulina sistémica induce un aumento de secreción de insulina, lo cual aumenta la lipogénesis de novo por parte del hígado; se acumula grasa en el hígado y aumenta la cantidad de lipoproteínas de baja densidad circulante.
El aumento de la grasa en el tejido adiposo periférico disminuye la capacidad de almacenaje. A su vez, la lipotoxicidad altera la señalización de la insulina, induce daño oxidativo, promueve inflamación y fibrosis, lo cual afecta el funcionamiento del hígado desde una simple esteatosis hepática hasta una fibrosis o carcinoma.
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